Los buenos modales reflejan un acuerdo social de lo que es la conducta apropiada para vivir en sociedad, el modo elegido de comportarnos con otras personas en un acuerdo social tácito.
Un portafolio lleno de buenos modales nos da la libertad y el acceso para poder relacionarnos con personas fuera de la familia. Un niño que es capaz de percibir los sentimientos de los demás y de manejarse con “buenos modales”, va a encontrarse con más sonrisas y nuevos amigos en su exploración del mundo. Es un lenguaje común, el pasaporte para relacionarnos con otros de un modo civilizado y satisfactorio. Los buenos modales hacen la vida más fácil y placentera. Por eso vale la pena el esfuerzo que podamos hacer en enseñar buenos modales a los niños desde que son pequeños.
El proceso comienza desde que son bebés, cuando les enseñamos que no se muerde, que no se pega cuando se quiere algo, que lo correcto es usar las palabras cuando queremos pedir algo al otro, que no se arrojan cosas cuando uno está enojado. No esperamos que comprendan todavía, ni que lo logren muy pronto, pero sabemos que el proceso comienza, es largo, y se incorpora modelando, repitiendo, halagando, y esperando a que la edad ayude en la comprensión de los beneficios.
Cómo enseñar modales a niños pequeños
La mejor manera de enseñar buenos modales a niños pequeños es modelándolos. Cuando estamos junto a ellos, podemos modelar:
- Respeto por sus ideas
- Cómo compartir sentimientos
- Cómo ofrecer sugerencias a otro
- Cómo hacer un cumplido
- Cómo cooperar con ellos cuando nos piden algo
- Cómo tomar turnos
- Cómo saludar
- Como pedir un juguete a otro niño
- Cómo pedir “por favor”
- Cómo agradecer diciendo “gracias”
- Cómo decir “permiso”
- Cómo pedir “perdón”
Cuando los niños observan a los adultos que los rodean comportarse de esta manera, esas conductas serán las que copien y eventualmente incorporen. A medida que van creciendo, además de modelar, intencionalmente enseñamos al niño lo que se espera de él en diferentes situaciones.
Ejemplos concretos de situaciones donde podemos modelar buenos modales, dándole al niño las palabras que puede usar o la conducta concreta que nos gustaría ver:
- Le puedes pedir a tu amigo los crayones diciéndole “por favor, ¿me prestas los crayones?”
- Puedes pedirle ayuda a tu amigo diciendo “¿Me ayudas por favor a buscar legos azules?”
- Puedes decirle a tu amigo “todavía no terminé de jugar con mi juguete”.
- Te caíste y empujaste a tu amigo sin querer, puedes decirle “perdón, no fue mi intención empujarte, es que me caí”.
- Tu amigo te ha prestado su pelota para que juegues, puedes decirle “gracias por prestarme los crayones”.
- Veo que derribaste la torre de tu hermano sin querer, puedes decirle “perdón, fue sin querer”.
- Una oportunidad de aprendizaje puede ser, por ejemplo, la visita a la casa de los abuelos. Podemos preparar al niño explicándole qué es lo que ocurrirá al llegar a casa de los abuelos y qué es lo que esperaríamos de él. Le contamos que los abuelos estarán encantados de verlo y que los haría muy felices que él les diera un abrazo y un beso. “A muchos niños de tu edad les da vergüenza y quieren esconderse o salir corriendo, pero los abuelos tienen tantas ganas de verte que los haría muy felices que tu los saludaras con cariño”. Luego se puede ensayar brevemente esta situación, haciendo como si fuéramos los abuelos y dándole la oportunidad al niño de que practique su abrazo.
El elogio
A través del elogio es como los padres podemos dejar saber al niño lo contentos que estamos con lo que ha logrado, y los buenos resultados que ha obtenido al practicar buenos modales: “A la abuela la puso muy contenta que la saludaras, y a mí también”; “Tu hermana se sintió muy orgullosa cuando halagaste su dibujo”, “gracias por ayudarme a cargas las bolsas del supermercado, hicimos mucho más rápido entre los dos”, “veo que haces muchos amiguitos porque saludas a todos y compartes tus cosas”.
Al elogiar la conducta prosocial, les dejamos saber que reconocemos el esfuerzo que han hecho por ajustarse a ciertas normas y los ayudamos a ser más conscientes del efecto positivo que pueden tener en el otro.
Lo más común es que los niños comiencen a incorporar buenos modales en edad escolar, pero es importante comenzar modelándolos antes, cuando son más pequeños, sin esperar demasiado, sin presionarlos ni obligarlos a que repitan lo que queremos, sin castigarlos cuando no lo hacen.
En definitiva, al comienzo (quizás los primeros cinco años de vida), se trata de realizar estas conductas nosotros los padres, con la consistencia y la confianza de saber que el niño absorbe lo que escucha y ve, y algún día podrá demostrarlo. Al mismo tiempo, enseñamos cómo puede hacerlo él, dándole las palabras adecuadas, que todavía no conoce.
Cuando el niño aprende buenos modales sin presión por parte de los padres, se sentirá orgulloso de sí mismo cuando eventualmente los incorpore. Los buenos modales formarán parte de su conducta sin haber sido impuestos de manera autoritaria, lo cual muchas veces genera el efecto contrario.