Tener una mascota otorga muchos beneficio a los seres humanos: 

  • Son una fuente de afecto desinteresado y nos hacen compañía
  • Nos conectan con la naturaleza y con la vitalidad de los seres vivos
  • Nos transmiten vitalidad, vivacidad, alegría, diversión, tranquilidad, serenidad, relajación (ayuda a bajar el nivel de estrés)
  • ¡Nos provocan la risa con sus picardías o morisquetas!
  • Ayudan a disminuir el sentimiento de soledad
  • Nos enseñan a cuidar de otro ser vivo 
  • Nos enseñan responsabilidad
  • Nos demuestran fidelidad y lealtad
  • No guardan rencor, siempre nos dan otra oportunidad de resarcirnos si no fuimos muy atentos con ello
  • Nos permiten disfrutar de la satisfacción sensorial que produce la caricia y el contacto físico con otro ser vivo: los acariciamos, nos acurrucamos con ellos, nos besan a su manera, se nos lanzan encima demostrando alegría al vernos.
  • Puedo invitar a mi amigo a jugar con mi perro o a conocer el gatito que adoptamos

Pero al mismo tiempo que nos otorgan muchos beneficios, ser “dueño” de un animal implica hacerse responsable de su bienestar. A un animal hay que alimentarlo, sacarlo a pasear, llevarlo al veterinario para su chequeo anual y asegurarnos que tenga sus vacunas, limpiar cuando hace sus necesidades, limpiar su casita o lugar donde duerme, limpiar con mayor frecuencia el hogar de uno ya que necesariamente se generan más pelos y suciedad, llevarlo al veterinario nuevamente si se le presenta alguna dolencia, planear quién lo cuidará si nos vamos de vacaciones, determinar si tenemos espacio suficiente en casa donde la mascota pueda vivir con cierta comodidad. En definitiva, elegir tener una mascota implica hacer lugar en nuestra casa, en nuestro presupuesto y en nuestra vida diaria para realizar el extra de tareas que cuidar de una mascota necesariamente acarrea. El lugar en nuestro corazón se lo ganará él rápidamente. 

Las mascotas y los niños – Las tareas extras que se agregan

Niño: “¡Mami quiero tener un perrito! Me gustan tanto, son tan lindos y suavecitos. Me gusta mucho acariciar al perro de la tía Cristina, es tan bueno. Me sigue para donde voy y siempre quiere jugar conmigo. Creo que si tuviese un perro no me aburriría nunca, me la pasaría jugando con él. Además hay tantos perritos abandonados que necesitan que alguien los cuide. Yo quiero cuidarlo, yo le voy a dar de comer y sacarlo a pasear siempre. No, no va a ser más trabajo para vos, yo me voy a ocupar de él, ¡claro que sí!”

El niño no nos miente. Él realmente se siente atraído hacia los animales. Y qué bueno que sea así,  ya que los animales nos conectan con la vida, con la vitalidad, con el movimiento. Él también tiene razón cuando piensa que le encantaría poder acariciar a su perrito y jugar con él. ¡Sí se diviertirían tanto juntos! Y también es cierto que muchos niños se benefician mucho particularmente con contacto físico y las caricias que pueden intercambiar con la mascota. Puede tener un efecto muy positivo en la regulación de su energía y en la posibilidad de relajarse junto con en animal. 

El niño no nos miente tampoco cuando piensa que él es quien se va a ocupar de todas las necesidades de la mascota. Como adultos, sabemos que ésto no va a ocurrir, que la mayor parte de las tareas o responsabilidades que enumeramos antes van a recaer sobre el adulto.

El niño podrá aportar su granito de arena según la edad que tenga, y sí ésto le va a enseñar a adquirir ciertas responsabilidades (“yo soy el que le da la comida todas las mañanas). Quizás podra darle de comer, servirle agua, acompañarnos al veterinario, quizás ayudar a limpiar un poco. Todo esto con NUESTRA AYUDA, con RECORDATORIOS CONSTANTES y probablemente protestando un poco. En definitiva, la responsabilidad será del adulto y el niño podrá ayudar cuando el adulto se lo pida o se lo recuerde.

Es importante entender que no se puede esperar que el niño realmente sea responsable de la mascota, con los cual el adulto tiene que sinceramente plantearse si va a poder hacerse cargo de cuidar de una mascota sin que ésto afecte su nivel de estrés. Poner en una balanza si los beneficios de tener una mascota nos van a sostener para enfrentar las nuevas responsabilidades que recaerán sobre nosotros.

Suena exagerado, pero tener en cuenta que todo aquello que agrega una responsabilidad más en el adulto que ya es responsable de uno o más niños, puede ser causante de provocar estrés. Y ésto, en última instancia repercutirá en nuestra actitud hacia el niño: tendremos menos paciencia con él, le reprocharemos que él nos convenció de tener una mascota y ahora no se hace cargo de ella, lo retaremos con más frecuencia por protestar, nos pondrá de muy mal humor todo aquello extra que haya que limpiar, protestaremos al tener que despertarnos más temprano para sacar a pasear a la mascota, o porque nos despierta con sus maullidos (justo ahora que empezábamos a poder dormir la noche entera).

Tener una mascota no es requisito para ser un buen padre ni una obligación. Es una elección que tiene sus consecuencias.

El mágico camino de adoptar una mascota

Si decidimos que queremos hacer lugar en nuestra vida para una mascota, ¡a disfrutar el proceso entonces, ya que se será inolvidable para los adultos y especialmente para el niño! La mayoría de los adultos tienen cálidos y vívidos recuerdos acerca de la mascota que tuvieron de niños, lo cual nos indica que es una relación especial que se recuerda toda la vida.

Llega entonces la decisión de qué tipo de mascota tener y dónde obtenerla. 

En cuanto al tipo de mascota, considerar el espacio que tenemos para darle y su tamaño. Algunas mascotas demuestran más afecto que otras pero requieren más atención, otras son más independientes. Pensar en nuestro estilo de vida, nuestras preferencias, nuestras posibilidades. Por supuesto es siempre una buena idea tener en cuenta las preferencias del niño, sin sentirnos obligados a que él es quien debe ser el que decide.

Sería importante considerar la ADOPCIÓN, ya que es mucho lo que enseña al niño acerca de la solidaridad, la hospitalidad, el cariño y el cuidado que somos capaces de dar a un ser que lo necesita. Es importante explicar ésto al niño para que sea consciente de ello.

“Cuando adoptamos un animal, estamos haciendo lugar en nuestras vidas y en nuestros hogares para un ser que está necesitando que lo cuiden, que espera “un amigo”, alguien “con quien jugar”. Vamos a buscar a un animalito que necesita que lo quieran y lo cuiden y nosotros tenemos mucho cariño para dar.”

Con suerte, resulta que la mascota nos acompaña por muchos años y pasa a formar parte de la familia, acompañando al niño en su crecimiento. 

Cuando a un niño se le pide que haga un dibujo de su familia, pocos hay que no incluyan a sus adoradas mascotas.  

 

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