Vacaciones. Esa palabra que suena a veces a descanso… ¡y también a agendas llenas, mochilas de actividades, talleres, excursiones, campamentos y manualidades con horario! Como adultos, a veces sentimos que tenemos que “llenar” cada minuto del tiempo libre de nuestros hijos. Y si no lo hacemos, aparece la culpa: “¿Y si se aburren?”, “¿y si pierden el tiempo?”, “¿y si no están aprendiendo nada?”… Pero ¿y si te dijera que, cuando no pasa nada, en realidad está pasando mucho?

El aburrimiento, un gran maestro invisible

Aunque suene raro, el aburrimiento es una gran oportunidad para el desarrollo emocional y creativo de los niños. Es ese espacio en blanco donde no hay instrucciones, ni juego específico, ni tareas… pero sí hay posibilidad. Porque cuando un niño dice “¡me aburro!”, en realidad está parado frente a una puerta que lo invita a mirar hacia adentro y a inventar algo nuevo. Es justo ahí cuando aparecen los castillos de almohadas, las historias de dragones con patas de escoba, los mundos secretos en el jardín o debajo de la mesa.
El aburrimiento es el punto de partida del pensamiento libre, del juego espontáneo, de la exploración auténtica.

Muchos papás y mamás sienten que si no hay un plan, todo será un caos. La verdad es que no tener todo programado no siempre significa desorden; significa libertad. Ellos pueden aprender a tolerar la incomodidad del “no saber qué hacer” y convertirla en algo grandioso.

Darle a un niño la oportunidad de aburrirse es regalarle el tiempo para encontrarse consigo mismo. Para preguntarse: “¿Y si invento algo?”, “¿y si creo un juego nuevo?”, “¿y si simplemente observo cómo se mueven las nubes?”. En ese silencio, en esa pausa, ocurre algo mágico: el niño se vuelve autor de su propio tiempo.

La culpa no es bienvenida

Es momento de soltar la culpa. No eres mala madre o mal padre por no tener un plan de actividades diarias. No estás fallando si un día (o varios) tu hijo solo juega con tierra, mira el techo o se queda en pijama hasta tarde. Estás dejando espacio para que su mundo interior se active. Estás diciendo: “Confío en tu capacidad de crear”.

¿Por qué es bueno que los niños se aburran?

1. Usan más su imaginación
Cuando no tienen nada que hacer, su mente empieza a inventar juegos, historias o ideas locas… ¡y eso es genial!

2. Aprenden a entretenerse solos
No siempre va a haber alguien diciéndoles qué hacer. Al aburrirse, descubren cómo pasar el tiempo por sí mismos.

3. Tienen más paciencia
No tener algo inmediato que los entretenga los ayuda a aprender a esperar y a manejar mejor la frustración.

4. Buscan soluciones creativas
El aburrimiento los reta a pensar: “¿qué puedo hacer ahora?”… ¡y muchas veces se les ocurren cosas sorprendentes! Fortalece su habilidad de resolución de problemas, les brinda autonomía.

5. Se conocen mejor
Al tener tiempo libre, descubren qué les gusta, qué les aburre y qué los emociona. Es una forma de conocerse a sí mismos.

6. Juegan libremente
Se dan permiso de jugar “a su manera”. Eso los hace felices.

7. Se tranquilizan más fácilmente
Estar aburridos a veces es una pausa necesaria. Les baja la velocidad y les ayuda a estar más calmados. Conectan con sus propias emociones. Aprenden a autorregularse.

8. Dejan de depender siempre de algo.
Se dan cuenta de que no necesitan un juguete caro o un equipo determinado para pasarlo bien. A veces, una caja vacía basta. En otras palabras, no necesitan de la sobreestimulación externa constante.

9. Se asombran con cosas pequeñas
Cuando no hay tanto ruido ni prisa, notan detalles que antes no veían: el caminar de una hormiga, el sonido del viento o las formas de las nubes.

Deja un espacio sin plan. Permíteles aburrirse. Guarda los dispositivos por un rato y deja que ellos decidan qué hacer con lo que tienen al alcance (tú, siempre al pendiente, desde luego) y si escuchas un “¡mamá, me aburro!”, no corras a resolverlo. Respira hondo, sonríe y responde: “¡Qué buena noticia! Seguro algo genial está por empezar”.

Y cuando el aburrimiento ya fue por demasiado tiempo, ¡Edye al rescate! Te invitamos a que disfrutes con tus peques de nuestro especial Misión: aventuras y diversión.

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