La primera vez que vi a los peques bailar en un festival, no podía contener la emoción. “Esos son mis niños”, gritaba sin control, mientras aplaudía y ponía los pulgares arriba para que ellos supieran lo bien que lo hacían. La realidad es que al inició uno iba para un lado y el otro para el contrario, pero con tanto entusiasmo y seguridad, que me sorprendió. Eran tan pequeños. Sin duda estaban muy motivados y un niño motivado es capaz de mover montañas.
En la escuela fomentaban el baile y poco a poco fui notando un gran avance en ellos. Cada vez coordinaban mejor todos los pasos que habían tenido que memorizar. Su postura mejoró, lo cual ayudó incluso en su manera de escribir y qué decir de la fuerza y agilidad corporal que fueron desarrollando.
Me di cuenta que la danza, también es un magnífico ejercicio, y no solamente a nivel físico, también aporta muchos beneficios en el área social, emocional y cognitiva. ¿Y cómo no? Si la música, ese conjunto maravilloso de sonidos estructurados, activa nuestras emociones. Cuando escuchas melodías que te gustan, inmediatamente empiezas a mover la cabeza de un lado al otro, o los hombros, a seguir el ritmo con el pie y… ¡Pum! Te invaden las ganas de pararte a bailar. Está comprobado que nuestro cuerpo segrega endorfinas cuando escuchamos música y bailamos, mismas que nos producen un gran sensación de bienestar y felicidad.
El baile aporta a nuestros niños, además de todo lo antes mencionado, nociones espaciales y temporales; mejoran sus periodos de atención, autocontrol, generan empatía, seguridad en sí mismos y trabajo en equipo, en el caso de que bailen en grupo o en parejas. Los sensibiliza y promueve su creatividad.
En fin, las artes son un magnífico potencializador de los talentos de nuestros pequeños.
Te comparto una muy entretenida actividad para que juegues con ellos.
Congelados musicales
Ten a la mano una playlist con canciones de diferentes tipos. Cuando la música suena, los niños deben empezar a bailar siguiendo los diferentes ritmos. A veces pueden ser movimientos rápidos y otras veces lentos, de puntitas o simulando ser una estrella de Rock, ellos inventarán sus mejores pasos. Cuando la música pare, todos deberán quedarse congelados, sin moverse. Incluso puedes pedirles que se queden congelados con un pie arriba, para practicar el equilibrio. Esto estimula su capacidad auditiva, sus periodos de atención; además de todos los beneficios físicos y de la gran diversión.