Aunque uno haya preparado al niño mayor para la llegada de un hermanito, lo más probable es que haya imaginado a un compañero de juegos. Alguien con quien divertirse juntos jugando. En cambio, se encuentra con un pequeñito que lo único que hace es acaparar los brazos y la atención de mamá y papá con sus gritos, sus ganas de dormir y tomar leche todo el tiempo. Los padres estar preparados para esta desilusión por parte del niño y no exigir ni esperar mucho interés ni demostraciones de amor.
Recordar que si bien es una situación difícil que va a transitar el niño mayor, con el pasar el tiempo habrá adquirido la experiencia de compartir el amor de los padres con otro, de proteger a alguien menor, y contará con un compañero de por vida. Son experiencias de vida que enriquecen la personalidad, siempre y cuando los padres logren manejar las situaciones difíciles de los primeros tiempos con respeto y comprensión frente a los sentimientos, pero sosteniendo límites frente a conductas agresivas.
Los celos entre hermanos son normales. Implican que el niño se siente en desventaja:
- ¿Por qué tuvieron que traer a otro a casa? ¿Acaso yo no era suficiente? ¿Acaso fui malo y me porté mal?
- ¿Por qué mamá está ocupada con el bebé y no me puede bañar? ¿Por qué papá le da tantos besos a esta bebita nueva? ¿Por qué les hace gracia todo lo que ella hace? ¿Por qué es su cumpleaños y no el mío? Ella parece siempre recibir más regalos que yo…
Nuestra tarea como padres no es tratar de convencer a nuestro hijo de que está equivocado al pensar o decir esas cosas, sino es comprender y aceptar lo que siente: su ofensa, su dolor, su sensación de desplazamiento.
No hay “razones razonables” que valgan; sólo acompañar el dolor hasta que se le pase, o hasta que se sienta comprendido y pueda, solito o con nuestra ayuda, aprender a “tolerar” la situación. No enojarnos con él, no decirle que tiene que querer al hermanito y que es muy feo si dice lo contrario.
Ejemplo:
- Niño: “No me gusta este bebé, mejor devuélvanlo.”
- Padre/Madre: “Yo entiendo…mamá siempre debe tenerlo en brazos y no puede llevarte al parque todos los días como antes. Encima llora y nos despierta. No te preocupes que enseguida va a crecer y podrá jugar con vos. Recuerda que te queremos tanto como siempre”.
No asustarnos si el niño mayor parece regresionar a etapas pasadas. Por ejemplo, pide su biberón otra vez cuando ya lo había dejado, comienza a hablar como bebé, pide que le den de comer en la boca, etc. Es importante poder tolerar las regresiones sin enojarse con el niño, humillarlo o prohibirle “comportarse como un bebé”. Estas regresiones durarán el tiempo necesario para permitirle fortalecerse y luego regresar a su edad. No esperar que se comporte como el “buen hermano mayor” ni empujarlo a que madure rápido para que no de tanto trabajo.
- Es importante no contribuir a los celos mostrando preferencias, o haciendo comparaciones innecesarias entre nuestros hijos: “Por qué no serás ordenado como tu hermano”, “tu hermana es tan cariñosa, en cambio tú eres tan arisco y antipático”. También debemos evitar los favoritismos y las etiquetas (mayor/menor, varón/mujer, deportista/intelectual, sociable/tímido, simpático/antipático, etcétera). Se trata, entonces, de respetar, valorar y apreciar la individualidad de cada niño tal cual es.
- Ayudar al niño a expresar los celos, porque aunque a nosotros nos resulten racionalmente absurdos, para ellos no lo son. El niño puede decir “no me gusta este bebé, llévenselo”. Podemos decirle que es normal que se sienta así, que lo entendemos, que algún día la va a querer y va sentirse contento de tener una hermanita. Al mismo tiempo, si el niño trata de hacer daño al bebé, detenerlo y dejar en claro que no vamos a permitirlo. Puede expresar sus sentimientos con palabras, pero no hacer daño con su conducta. Para ello puede ser necesario supervisar siempre al niño cuando esté cerca del bebé. El niño puede hacer daño al bebé sin tener verdadera noción de ello.
- Establecer límites respecto de cuánto, cómo y dónde puede el niño sostener o manipular al bebé. Si lo quiere tener en brazos, una buena idea es decirle que debe sentarse en un sillón junto a nosotros, y le enseñamos cómo sostenerlo mientras nos aseguramos de tener nuestras manos cerca.
- Dejar saber al niño mayor que el bebé es una adición a la familia y no un reemplazo de él: “¡Ahora tienes una nueva hermanita! Pero nadie nunca puede ser como tú.”
- Mimar (dar afecto físico) al niño mayor con frecuencia, y recordarle las experiencias que compartió con mamá y papá y que volverán a compartir.
- Darle pequeñas tareas para que nos ayude con el bebé (ejemplo: que nos acerque el pañal, una crema, un biberón) y poner mucho énfasis en cuánto agradecemos su ayuda y cuán importante es para nosotros.
- Es muy recomendable ofrecer ratos cortos de encuentros a solas con mamá y con papá a cada uno de los niños, para que vuelvan a sentir la exclusividad de experimentarse como hijos únicos: “Tener a mamá o a papá para mí solo”. Esto tiene el efecto de calmar los celos, la confusión y la ansiedad del niño al que se le ha alterado el equilibrio familiar y que sólo desea que las cosas vuelvan a ser como antes, aunque sea por un ratito.