¡Habitamos un cuerpo que nos tiene que durar muchos años! ¡A cuidarlo mucho entonces!
Desde nuestro lugar de padres, demostramos al niño respeto y cuidado de su cuerpo desde el momento en que nace: cuando lo alimentamos, lo bañamos, lo vestimos, lo llevamos a los cuidados médicos anuales, nos ocupamos de que no sufra accidentes o se lastime.
A medida que crece, esperamos que el niño comience a ocuparse del cuidado su cuerpo él mismo, y que lo haga con tanto cariño, respeto y dedicación como lo hicimos nosotros. ¿Pero cómo llegamos desde una punta a la otra?.
Hay varias cosas que podemos hacer los adultos para transmitir al niño respeto y conocimiento acerca de su cuerpo. Desde que son pequeñitos, podemos empezar por:
Nombrar las partes del cuerpo
Podemos comenzar a hacerlo desde que son bebés. Cada parte del cuerpo tiene su nombre, y es una buena idea referirnos a esas partes por su nombre, aunque parezca que el bebé no nos entienda: “ahora vamos a meter los bracitos por aca…. Esta es tu naricita, es muy bonita….¿de quién será esta pancita tan linda?”. Vamos nombrando las partes del cuerpo cuando los cambiamos, cuando jugamos con ellos, cuando leemos algún libro en donde se habla de ello.
Una forma de demostrar respeto hacia el cuerpo del bebé, es avisarle con palabras cuando lo vamos a cargar, cuando lo vamos a cambiar, a bañar, a acostar, a colocarle una crema. No lo tratamos como a un objeto, sino como a una pequeña persona que merece respeto y palabras.
El niño pequeño va a poder entonces eventualmente nombrar las partes de su propio cuerpo luego de haberlo escuchado tantas veces de mamá/papá.
El cuidado de las partes del cuerpo
Modelamos la importancia del cuidar el cuerpo cuando los ayudamos a bañarse, a lavarse los dientes, a cambiarse la ropa, a abrigarse, a curarse las heridas, a tener cuidado de no golpearse mencionando los posibles peligros en su camino. No alcanza con modelar, sino que también podemos explicar la importancia que tiene cada una de estas acciones y por qué las realizamos (por ejemplo, la importancia de evitar accidentes o de mantener los dientes limpios).
También podemos incluir aquí las visitas anuales de control al pediatra y al dentista. Les explicamos que no sólo vamos al médico cuando estamos enfermos, sino también para ver cuánto estamos creciendo y cómo mantener un estilo de vida sano.
Aprender a escuchar las señales que envía el cuerpo
El cuerpo nos hace sentir diferentes cosas: hambre, sed, sueño, cansancio, placer, dolor, calor, frío, picazón, quemazón. El niño aprende a prestar atención y ponerle nombre a estas sensaciones cuando nosotros lo hacemos por ellos los primeros años de vida.
Ejemplos:
- Estás bostezando, ¿será que tienes sueño?
- Te ves cansado, creo que ya corriste mucho, ¿quieres sentarte un rato para descansar o que regresemos a casa?
- Creo que algo te duele y por eso lloras, vamos a tratar de descubrir qué lugar del cuerpo es… ¿la garganta? ¿dentro de la panza? ¿la cabeza? ¿Será que está nervioso por el examen de mañana y los nervios los sientes en la panza?
En definitiva, ayudamos al niño a conectar la sensación que tiene en el cuerpo con la palabra que le corresponde, para que él eventualmente pueda decirnos “me siento cansado”, “tengo sed”, “me arde la garganta”.
Les enseñamos a estar conectados con su cuerpo, a escucharlo y a obedecer a las señales que el cuerpo nos envía.
Para ello, hace falta que los adultos seamos observadores, que MIREMOS mucho al niño.
Aprender la importancia de la nutrición
Poco a poco les vamos explicando el valor de los alimentos, la propiedades nutritivas de algunos y la capacidad de dañar nuestro cuerpo de otros, si los ingerimos en exceso (veinte galletitas oreo). Qué nos hace bien y qué nos hace mal. La importancia de beber agua, de respetar los horarios de las comidas, de sentarse a comer en una mesa y tomarse su tiempo, no apurarse.
No obligar a los niños a terminar todo lo que hay en el plato es una manera de ayudarlos a escuchar y respetar la señal que envía el cuerpo de saciamiento, de falta de apetito, o de que algo no le gusta.
Las emociones se sienten en el cuerpo
Aquí se trata de ayudar al niño a reconocer cómo ciertas emociones provocan sensaciones en el cuerpo. Y esto lo hacemos hablando del sentimiento y de las sensaciones cuando está ocurriendo el evento, para que el niño pueda hacer la conexión entre lo que siente y su causa.
Ejemplos:
- El enojo nos puede hacer sentir tensos, apretar los dientes, apretar los puños, darnos calor, ponernos colorados, respirar más rápido.
- El miedo nos puede hacer sentir un temblor en el estómago, las piernas flojas, que el corazón nos late muy fuerte.
- Los mimos y el amor nos dan una sensación placentera, de regocijo.
- El entusiasmo de algo por venir (mi fiesta de cumpleaños) me hace sentir cosquillas en el estómago.
Es importante respetar tanto las sensaciones como las emociones del niño. No hay emociones buenas o malas. Todas son aceptadas, verdaderas y valoradas, pues son las que el niño siente. Lo que vamos a guiar es la conducta y lo que se hace con la emoción (no le puedo pegar a otro porque me enojé).
Partiendo de esta base de respeto hacia su cuerpo, es más fácil que un niño pueda reconocer cuando algo les incomoda o no les gusta, y es importante que sepan que ellos pueden decir “basta”, “jugar así no me gusta porque me duele”, “no me gusta que me hagan cosquillas”, “no tengo ganas de mimos, me cansé”. Sólo puede reconocerlo y decirlo cuando sabe que tienen permiso para decirlo desde pequeño, que respetar a los mayores no significa obedecerlos ciegamente. Lo cual no quiere decir que porque digan que no quieren vacunas, igual no las van a tener.
Las partes privadas del cuerpo
Para los niños pequeños, alcanza con que sepan que el cuerpo tiene zonas privadas, que son las que tapa la ropa interior. Que mamá y papá también tienen zonas privadas que no se miran ni se tocan, y son las que tapa la ropa interior (otra vez).
Del mismo modo, que sólo mamá o papá pueden ver o tocar las partes privadas de los chicos, si fuera necesario, cuando los bañan por ejemplo. O sólo el médico, delante de papá o mamá, cuando los revisa. Es una pauta muy clara que ayuda a prevenir juegos sexuales inadecuados o abuso.
Esta pauta a tener que repetirla una y otra vez mientras el niño va creciendo y pasa por diferentes etapas de su desarrollo, de mayor o menor curiosidad sexual por sus cuerpos o por el de otros.
La importancia del ejercicio y de estar al aire libre
¡Ser conscientes de la necesidad de los niños de mover sus cuerpos!
Desde el bebé que aprende a rodar cuando tiene la oportunidad de estar en el piso sobre una colchoneta, hasta el niño que quiere caminar, correr, trepar, saltar. La necesidad de mover el cuerpo o hacer ejercicio (como lo llamamos cuando crecen), forma parte de mantener un cuerpo y una mente sanos. Y si esto puede suceder al aire libre, mejor. Estar afuera, en contacto con la naturaleza, con el agua, con la tierra, sintiendo el viento, el frío, el calor, nos hace despertar nuestros sentidos y mejorar el estado de ánimo. Vale tanto para niños como para adultos.
La importancia de valorar y apreciar el cuerpo que tenemos
Los adultos podemos modelar esto evitando comentarios derogatorios o críticas respecto de nuestros propios cuerpos, y mucho más respecto del cuerpo de nuestros niños. Si hay alguna cuestión de salud sobre la cual trabajar, se hará lo que se debe sin comentarios críticos.
Por suerte, el bebé nace sin juicio de valor alguno con respecto a cómo el cuerpo, pelo, cara, deberían idealmente verse según la sociedad en la que le toca vivir. Los prejuicios vienen siempre del otro.
Entonces, enseñarle a querer, cuidar, valorar y respetar el cuerpo que tiene.
¡Sentirnos agradecidos de tener un cuerpo que nos permite hacer tantas cosas divertidas y placenteras!