“No se qué quiere”. “No le entiendo”. “¿Por qué no se comunica conmigo?” ”Es demasiado chiquito para entender”, o el típico: “No se da cuenta”. Éstas son algunas frases que los adultos solemos decir o que hemos escuchado cuando sentimos que no conectamos con nuestros hijos pequeños.
Frente a casa hay una escuela de niños que hablan otro idioma; tienen diferentes costumbres y otro sistema educativo. Me gusta verlos y oírlos con atención, aunque yo no conozca su idioma. Cuando todo está en total silencio, alcanzo a escuchar muy bien a la hora que salen a su descanso. Puedo verlos interactuar entre sí en el patio de su colegio. Me doy cuenta cuando están enojados o felices, asustados y asombrados…
¿Sabes por qué ? Porque las risas y los berrinches son iguales aquí y en cualquier parte del mundo. También quieren jugar con lo que tiene el otro, se abrazan con la misma sinceridad en todos lados y se sienten frustrados cuando los adultos no los dejamos hacer algo.
Cuando conviven con niños que nunca han visto, les es sumamente fácil entenderse. Es cuestión de darles unos minutos y ya están jugando y riendo, sea el lenguaje que sea. Y es que los niños son transparentes, demuestran lo que sienten fácilmente, no saben de apariencias, ni formalidades, simplemente son ellos.
Solo tenemos que observarlos y escucharlos detenidamente, ponerles atención y nos daremos cuenta de los momentos en los que están felices, tristes, enojados o cuando están alejados por alguna situación incómoda. Ver más, oír más, y algunas veces, hasta hablar menos son tips fáciles que podemos implementar. Es sorprendente lo que se puede aprender cuando lo hacemos. Seguramente, tú como yo, disfrutas enormemente cuando los ves en acción. Lo mucho que van creciendo día a día dejando esos pantalones muy cortos, desarrollando habilidades; ahora pueden subir solos a la resbaladilla sin temor. En fin, una serie de detalles que solo notaremos observando y escuchando.
Estoy segura que identificas claramente cuando es un llanto de “Me duele algo” y cuando es uno de: “Tengo sueño y estoy enojado”. Lo has escuchado tantas veces que aprendiste a interpretar sus lagrimitas con tan solo escucharlo. De la misma manera ha pasado con sus tonos de voz y sus movimientos corporales. Todo el tiempo se están comunicando, de una manera sencilla. Quizá tan sencilla, que a muchos adultos se nos olvidó con el paso del tiempo y las complejidades del mundo.
Cuando entendemos que las sonrisas son parte del lenguaje universal de los niños, podremos estar seguros de que desciframos su mensaje.